Ya resuenan las campanillas del caballo de la calesa blanca, se acerca por el paseo de los castaños. Con paso firme por el hábito de tantos viajes, altanero y observador, repasa las intenciones del viajero.
Una simple sacudida de su cabeza, haciendo tañir sus sonajeros, es la contraseña de aviso a Doña Rosario, la castañera del parque, para que le ofrezca un par de frutos a su paso. ¿Que simple verdad? ...como nuestras vidas.
La vi nacer, la vi subirse a su caballito, la vi peinar ese pelo precioso...y ahora me dejas jugar con ella en el parque. Un placer
ResponderEliminarGracias Ro, sabes bien lo mucho que me apetece fundirme con los míos, un día de estos lograremos una aleación indestructible y rabiosamente bella.
ResponderEliminar¡qué bien pintas!. Enhorabuena
ResponderEliminar¡¡¡Qué bien pintas!!!. Enhorabuena
ResponderEliminarGracias por tu comentario. Quizá mañana pinte mejor, o al menos eso espero.
ResponderEliminarEs impresionante, de verdad. Impresionante. Te superas cada día y mira que es dificil.
ResponderEliminarun abrazo.
Marcos Mateos
Gracias Marcos, si he logrado mantener la atención sobre mi obra, me puedo dar por satisfecho.
ResponderEliminarUn abrazo